Esta semana, los mercados de capital en China entraron en crisis. En solo tres semanas, las acciones más importantes que cotizan en la Bolsa de Shangai perdieron 30%. La volatilidad de los mercados chinos viene acompañada por una ralentización en el crecimiento económico del gigante asiático, que se ha traducido en una revisión global de todas las proyecciones.
Por su parte, los indicadores en Estados Unidos se mantienen alentadores, principalmente con el desempleo en niveles del 5% y las perspectivas de crecimiento para el próximo semestre mucho mejores que el anterior. El dólar se viene fortaleciendo de manera importante en una tendencia que da la impresión de mantenerse sostenida en lo que resta del 2015.
Con un dólar fuerte, por un lado, y problemas de volatilidad en mercados como China y Europa (ante la crisis griega), por el otro, muchos capitales podrían migrar, atraídos por el aplomo que exhibe el mercado de capitales estadounidense.
En cualquier escenario, siempre resulta atractiva la seguridad del dólar combinada con buenos rendimientos en el mercado de renta variable, a lo que puede agregarse la perspectiva de inversiones con bajo costo financiero, dados los bajísimos intereses que se mantienen en EEUU. Pero incluso en la circunstancia de que la Reserva Federal decida subir los intereses, también podría contemplarse un desplazamiento hacia inversiones de renta fija con mejores perspectivas que las que tiene ese segmento del mercado en este momento. En síntesis, Estados Unidos brilla en la escena internacional como mercado “refugio” ante la volatilidad, lo cual tiende a fortalecer aún más al dólar.
Si bien el robustecimiento de su moneda tiene sus costos para la economía de EEUU en términos de su competitividad exportadora, también es cierto que un dólar vigoroso debilita aún más los precios del petróleo, lo cual tiene sus efectos sobre el ahorro interno y la expansión del consumo interno, con su consecuente impacto irrigador en el resto de la economía.
En consecuencia, con China navegando sus propios desafíos, y los precios petroleros sin perspectivas de aumento, la crisis económica de Venezuela solo puede agravarse; y países como México y Ecuador, en el contexto latinoamericano, deben tomar previsiones.
En Venezuela es la hora de las propuestas capaces de convertir una nueva Asamblea Nacional que se elegirá en diciembre, al margen de la secante polarización política, en el centro de construcción de una renovada hoja de ruta para el país. Todos los sectores deben ser conscientes de que el viraje que el país reclama debe aflorar en el marco de un gran acuerdo nacional, expresado en una propuesta sostenible de apertura a la inversión privada y extranjera. No menos urgente es la capitalización y reactivación del parque industrial y empresarial del país; y particularmente, el relanzamiento de las empresas del Estado y las expropiadas, hundidas en una bancarrota que nos tiene a merced de las importaciones, por falta de producción nacional.
En México, el desempeño del 2015 estará por debajo de las expectativas justo en medio de la ejecución de reformas muy importantes para el futuro del país; por lo tanto, se hacen necesarios consensos políticos que enfoquen el debate en lo que hay que hacer sin arriesgar las reformas.
En Ecuador se imponen también ajustes, y de hecho las reformas fiscales propuestas han sido territorio fértil para activar las protestas, alimentadas por la provocadora polarización y confrontación política que estimula el Presidente Correa. Ya es hora entonces de un giro por parte de Correa hacia un liderazgo tolerante y amplio, de lo contrario, la popularidad de la cual disfruta su gobierno seguirá mermando, pero creando expectativas de difícil administración para el liderazgo del país.
No son tiempos para la improvisación ni para evadir este debate necesario e inaplazable. Es el momento de un nuevo enfoque político, que convoque a los mejores y a las ideas más sensatas, en torno a la solución del enredo económico que se avecina en varios países de América Latina, luego de una década de resiliencia y crecimiento ante los eventos internacionales, entre otras cosas, por la demanda de materias primas de una China en plena expansión, pero que ahora comienza a experimentar la desaceleración del crecimiento.
Leopoldo Martínez Nucete | IQLatino