Con ciudades cada día más densamente pobladas, ¿sería descabellado plantearse vivir bajo la tierra? En el mundo existen actualmente muchas construcciones subterráneas: desde las casas cavadas en piedra de Australia a los “Rascasuelos” de México.
Hace un siglo, los mineros de Coober Pedy, en el sur de Australia, se dieron cuenta de que era mucho más fresco vivir bajo tierra. El pueblo, ubicado 846 kilómetros al norte de Adelaida, es un lugar inhóspito, donde las temperaturas pueden alcanzar los 50 grados centígrados. Es por eso Bernadette Roberts y los demás habitantes del pueblo han construído “búnkeres” donde vivir bajo tierra.
En casi todos los aspectos, la casa de Bernadette es como una casa normal: tiene tres habitaciones, un salón, un comedor, una cocina y todas las comodidades modernas. El detalle de su casa es que la frescura no se la dan grandes ventanales ni un aire acondicionado. Su casa es fresca porque es subterránea. Roberts dice que en “un buen día”, cuando las temperaturas oscilan entre los 30 y los 40 grados, la temperatura en su casa se regula en unos 25 grados.
La temperatura es también un factor en Helsinki, Finlandia, donde las autoridades han construido nueve millones de metros cúbicos de instalaciones por debajo de la ciudad. Hay tiendas, una pista para correr, una pista de hielo y una piscina. La diseñadora principal del proyecto subterráneo de la ciudad, Eija Kivilaakso, dice que las condiciones bajo tierra son con frecuencia más favorables que en la superficie, sobre todo en invierno, cuando las temperaturas pueden bajar hasta los -20 grados centígrados.
En otros países se ha comenzado a aprovechar del campo que ofrece el subsuelo por cuestiones de espacio. Para el 2050, se espera que dos tercios de la población mundial vivirá en ciudades. Con este movimiento, el terreno urbano se convertirá en un recurso cada vez más limitado.
Singapur, por ejemplo, es uno de los países más densos del mundo: viven casi 5,5 millones de personas dentro de un territorio de 710 kilómetros cuadrados.
Por eso el proyecto de diseño que actualmente están realizando para la Ciudad de la Ciencia, tienen planificado desarrollarlo entre los 30 y los 80 metros por debajo de la superficie. Tienen pensado diseñar 300.000 metros de instalaciones subterráneas para la investigación y el desarrollo. Si se completa, se estima que allí trabajarán unas 4.200 personas.
En el caso de Ciudad de México la firma de arquitectura BNKR ha diseñado un “Rascasuelos” subterráneo por las estrictas limitaciones que hay en el centro histórico debido al patrimonio cultural.
En China, por otra parte, la demanda de vivienda asequible en la capital ha obligado a casi dos millones de personas a mudarse bajo tierra. Annette Kim, directora del Laboratorio de Análisis Espacial de la Universidad del Sur de California, pasó casi un año en la capital china, estudiando las condiciones de quienes viven en las viviendas subterráneas. Kim cree que dos factores han propiciado esta situación: el enorme boom de la construcción en China, que ha creado una mayor oferta de espacio subterráneo disponible, y la escasez de viviendas a precios asequibles.
Pero, ¿estamos dispuestos a pasar largos períodos de tiempo en edificios subterráneos?
Gunnar D Jenssen, que investiga la psicología bajo tierra y el diseño de espacios, ha descubierto que cerca del 3% de las personas son muy claustrofóbicas. Pero hay formas de contrarrestar sus miedos. “Si le das a estas personas algo que les hace percibir que tienen control sobre la situación, aceptan estar en ella.”
“Las cosas básicas que debes tener es aire limpio, espacio y tenga buena iluminación,” explica.
Lawrence Palinkas, de la Universidad de California del Sur, dice que la falta de luz del sol puede provocar problemas para dormir y alterar las funciones hormonales y del comportamiento, lo que puede causar distintas enfermedades crónicas”. Sin embargo, “la exposición rutinaria a una luz radiante que pueda emular las propiedades de la luz del sol puede permitir a las personas vivir bajo tierra durante largos períodos”.
Así que, técnicamente, sí podemos vivir bajo tierra. Pero la pregunta es, ¿ lo haremos?
Annette Kim, habiendo visto de primera mano los efectos de la demanda de vivienda de Pekín, cree que quizás sí. “Si seguimos viviendo esta rápida urbanización y la gente quiere ir a las grandes ciudades, vamos a tener que hacerlo”.
Fuente: BBC | Versión IQ Latino